Invasión en Las Palmas en pleno partido

A un minuto y medio de ascender a Primera División tras doce años alejada de esa categoría, la Unión Deportiva Las Palmas vio frustrado su intento como consecuencia indirecta de los incidentes que se vivieron este domingo en el Estadio de Gran Canaria al paralizarse el partido. Los jugadores canarios culpan a los protagonistas de ese percance de la ruptura del partido, y consecuentemente, del gol que en el último suspiro metió el Córdoba CF.

El Córdoba CF lograba el ascenso a Primera 42 años después, en la última jugada del partido ante la UD Las Palmas, gracias a un gol de Uli Dávila después de que el encuentro estuviese parado varios minutos por invasión de campo de los aficionados locales, quienes celebraban de forma prematura el ascenso. El árbitro del partido, José María Sánchez Martínez, amenazó con suspenderlo si los aficionados locales no dejaban de saltar a las pistas de atletismo, y tras varios minutos con el choque detenido, se reanudó, lo que aprovechó el Córdoba para meter un balón al área, en el que falló Barbosa, y Dávila lo remachó a la red.

Ni siquiera se sacó de centro. El árbitro corrió hacia los vestuarios, dio por terminado el choque, y la celebración del Córdoba se mezcló con incidentes por parte de los aficionados locales. Cuando faltaba tan sólo un minuto y medio para que acabara el tiempo añadido por el cuarteto arbitral, varios centenares de personas comenzaron a saltar desde las gradas a la pista de atletismo que las separa del terreno de juego, a pesar de que durante toda la semana tanto el club como los jugadores habían pedido a los aficionados que no invadieran el campo pasara lo que pasara.

Y lo peor acabó pasando: centenares de aficionados (algunos jugadores de la UD Las Palmas al término del partido les retiraban incluso esa condición) comenzaron a saltar al campo contraviniendo la reclamación que se hacía por la megafonía del estadio.

El presidente del club isleño, Miguel Ángel Ramírez, bajó de la tribuna al césped, se desgañitó pidiendo que el público regresara a su sitio y conversó con el árbitro para intentar que no se suspendiera el encuentro, que en aquellos momentos reflejaba un 1-0 a favor de Las Palmas, lo que suponía su ascenso; jugadores como el veterano Juan Carlos Valerón, que vivía su último partido como profesional tratando de aupar al equipo de su tierra a Primera División, saltó al terreno de juego para exigir a los invasores que lo abandonaran, y los miles de aficionados que se quedaron en sus localidades gritaban para que depusieran su actitud.

La Policía tardó en actuar y se desplegó por las bandas cuando ya nada se podía hacer. El árbitro, que había amenazado con suspender el encuentro, lo reanudó sin que los asaltantes abandonaran la pista de atletismo contigua, y ni siquiera el mazazo del gol postrero del Córdoba les hizo deponer su actitud. Al contrario, camparon a sus anchas con vítores y fiestas, y hasta robaron las botellas de agua y de bebidas isotónicas de las neveras portátiles situadas junto a los banquillos. Algunos presentaban claros síntomas de estar bajo el influjo del alcohol, aseguran quienes tuvieron la oportunidad de acercarse a ellos para tratar de convencerles.

Al término del encuentro, todavía junto al césped, un abatido Miguel Ángel Ramírez se mostraba decepcionado pero contundente al limitar solo a un grupo de aficionados la responsabilidad de los incidentes. Preguntado por las carencias de seguridad, el presidente de la UD Las Palmas afirmó que el club había puesto todos los vigilantes que había pedido el coordinador de seguridad, designado por la Delegación del Gobierno. Esos vigilantes pertenecen a su propia empresa, Seguridad Integral Canaria. Fuentes del club indicaron que el Cuerpo Nacional de Policía desplegó en el Estadio de Gran Canaria a 80 agentes, mientras que Seguridad Integral Canaria envió 100 guardias de seguridad. En el recinto había más de 31.000 personas.

Un hincha de Las Palmas agrede a un jugador del Córdoba



Fuente: ABC  //  Foto: COPE

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