Clos Gómez: "No hay conspiraciones; sólo errores"

El aragonés Carlos Clos Gómez (30 de junio de 1972) se ha convertido en uno de los árbitros más importantes de Primera. Es comedido, sensato y dialogante, lo que le da una fiabilidad que gusta a todos, a casi todos, en cualquier caso a los designadores. Es habitual verle en derbis, finales de Copa o partidos trascendentales. Sin ir más lejos, el silbato de oro pita hoy el Valladolid-Granada, el más difícil de la jornada.

A mucha gente le parece raro que alguien quiera ser árbitro. ¿Por qué lo es usted? 
En mi caso porque mi hermano fue árbitro antes que yo y a los 15 años, cuando lo vi arbitrando un partido, me atrajo mucho que con tan pocos años estuviese en un campo de fútbol y la gente le hiciera caso.

¿Tenía la pasión latente? 
Imagino que sí, porque fue probarlo y gustarme. A mí me gusta mucho el fútbol y vivirlo desde dentro, y en este caso como árbitro para mí era casi como jugarlo. 

¿Es uno de esos millones futbolistas frustrados? 
Efectivamente, un futbolista totalmente frustrado (risas). Yo jugué, me gustaba mucho y le ponía mucho interés, pero no jugaba bien. Tampoco creo que haga falta haber sido buen futbolista para ser un buen árbitro o un buen entrenador, como ya está demostrado. Lo que sí es fundamental es que te guste el fútbol y te guste verlo.

¿Cree que llegará algún día que habrá respeto para los árbitros? Para mí es utópico. Ojalá algún día se nos considere deportistas y se consideren nuestros fallos como los del futbolista que tiene una mala tarde o tira un penalti fuera. Ojalá todo eso, que yo creo que es fácil de entender para el forofo de a pie y para la prensa, se comprendiese. Pero se tiende a pensar que una mala actuación arbitral está predestinada. Ha habido villaratos, confabulaciones, conspiraciones... Y no es así. Es más simple: el árbitro se equivoca y va a seguir haciéndolo. Las armas que tenemos para acertar son nuestros ojos y la colocación en el campo. Eso nos da un 90% de acierto, el otro 10%... 

¿Es difícil asimilar que te insulten ya en el calentamiento? 
Es habitual. Además, ni nos conocen, aunque salgamos en la prensa. Hace poco me ocurrió con un espectador en Madrid, que estaba diciéndonos de todo mientras estirábamos y al final de todos los insultos, lo remató diciéndome: "Muñiz, cabrón". 

¿Qué diferencias hay cuando pita en Europa? 
El respeto. No están todo el rato pendiente de tus decisiones y te dan un trato más como a un deportista. Me refiero a la Europa central y del norte. Los mediterráneos somos mediterráneos y en Grecia o Turquía son igual de pesados, incluso más. 

¿Los jugadores protestan menos que antes? 
Ahora hay más diálogo porque nosotros también ofrecemos más diálogo. Hace 20 años yo hablaba mucho menos con los jugadores, y veía, además, que Pes Pérez o Ramos Marcos no consentían el diálogo. Esa era una manera de arbitrar. Ahora no es así. Durante el partido yo estoy en constante diálogo con los jugadores, les explico mis decisiones, ellos me dan sus versiones y todo se acepta más o menos con normalidad. Hay veces que le reprochan a un árbitro que no dialoga y lo que ocurre es que los jugadores se pasan y, por ejemplo, vienen desde 20 metros protestando con los brazos en alto. Y eso no lo aguanta el árbitro.

Ha ejercido mucho esta campaña de juez de área, una figura que no comprende bien la gente. 
Está un poco mal vendido para la opinión pública, que ve a una persona allí que no demuestra al resto lo que hace. Así que cuando aciertas, nadie lo sabe; pero cuando te equivocas sí. 

¿Qué pita entonces?
Tiene un efecto disuasorio, parecido al de un policía. Si en un córner tienen al árbitro a 30 metros, se agarran, se empujan, se enganchan... Pero si tienen a un tío a 3 metros y les advierte en voz alta, se dan cuenta de que, si enganchan al rival, le van a pitar penalti. Ante eso deja de haber ese tipo de jugadas, aunque no se puedan computar, claro. Tú no puedes dar una estadística, por ejemplo, diciendo que este año ha habido 30 penaltis menos, por ejemplo. Pero yo he visto muchos jugadores que cuando han sentido el grito del juez, han dejado de agarrar. 

¿Intervienen al pitar los penaltis, por ejemplo?
Sí. Cuando llega la jugada, el árbitro es el que oye la información del resto. Puede oír por el pinganillo: "Penalti, penalti y penalti", y decidir que para él no ha sido nada. Y si lo pita, nadie sabe si lo ha pitado él o se lo han dicho. Pero, claro, no se sabe lo que hacen porque no son como los linieres, que levantan la bandera y todo el mundo los ve. 

Está en la segunda categoría internacional. ¿Aspira a más? 
Cada seis meses sale una clasificación, pero mi aspiración, por edad, es mantenerme (risas). 

¿Se siente como en sus años en el fútbol regional al estar más cerca de la grada?
Sí. Hay campos pequeños en los que te acuerdas de lo que te pasaba cuando estabas de línea en Tauste o Sabiñánigo, por ejemplo, y te enganchaban el banderín por detrás (risas).

¿Se pasan malos ratos?
Totalmente.

¿Compensa?
No, ni económicamente ni de ningún otro modo. 

¿Entonces? 
Te gusta mucho, y por eso aguantas. Pero es verdad que se pasa mal y que hay veces que te sientes desprotegido. Cuando te toca pitar cinco partidos seguidos en un campo, por ejemplo, y te encuentras a un abuelo que te insulta en el de las 9 y en el de la 1, te dan ganas de darle el balón y el silbato y marcharte a casa. 

¿Ha tenido algún incidente grave en su carrera? 
Tuve agresiones al principio de mi vida arbitral. El primer año lo sufrí en el Atlético Casablanca, el que jugaba en el Hospital Militar, otra en el campo del Escalerillas... Pero, vamos, en Primera me tiraron una botella, en Segunda me invadieron el campo en Tarragona... He tenido muchos incidentes, pero me hicieron más fuerte y lo que hizo esa gentuza me sirvió de acicate. 

¿Qué le parece la tecnología? 
De manera limitada, como se va a hacer en el Mundial con la línea de meta, me parece bien. Tiene un pequeño margen de error también, pero nadie lo va a discutir porque no es humano, igual que pasa en el tenis con el ojo de halcón. En todo lo demás, me parece difícil porque hay veces que ni nosotros nos ponemos de acuerdo en las reuniones. 

Se habla mucho del arbitraje inglés como modelo. ¿Qué piensa? 
Son buenos árbitros, pero cuando a mí me dicen "ojalá nos pitasen árbitros ingleses", yo les respondo que ojalá tuviésemos nosotros a los jugadores de la Liga inglesa. En un país mediterráneo tendrían que amonestar por protestar cuando se vieran rodeados por siete futbolistas.

¿Cómo influyen los comités? 
Hay ciertas acciones y declaraciones con las que habría que ser más duro. No se puede poner constantemente en duda la pureza de la competición sin que cueste nada. Cada semana se oyen declaraciones del presidente de un club, del entrenador o de jugadores diciendo que les están atracando. Si eso lo dicen ellos sin que se les impongan sanciones ejemplares, qué no va a decir un forofo, que se puede creer perfectamente que hay una conspiración contra su equipo y que el Clos Gómez de turno ha venido aquí a fastidiarles. 

¿Dedica tiempo a estudiar a los equipos y los jugadores? 
Sí, es fundamental. Yo trato de llegar a los partidos bien informado sobre los dos equipos, para saber lo que puedes prever. Eso te ayuda mucho a decidir bien. Aun controlando todo lo que puedes controlar, quedan muchos incontrolables. 

¿Qué se puede hacer en partidos como el Madrid-Atlético que le tocó este año, con empujones, insultos, escupitajos...?
Muchas veces se quedan las cosas en el limbo hasta que llegas a casa o te dicen que ha habido una patada imposible de ver que no has pitado. Pero en el partido muchas veces tienes el feeling de que te estás perdiendo algo, o notas que cada cinco minutos tienes que ir a ver a un tío en el suelo. A los compañeros les dices que sigan a Diego Costa o a Ronaldo, por lo que hacen y lo que les hacen. En el momento que cazas una cosa, al final es como el guardia. La gente ve que han pillado a uno y se dicen: "Ya no hago nada". Es decir, que intentamos reforzar la vigilancia, pero al final nosotros somos cuatro y ellos, veintidós. 

¿No les gustaría poder hablar después de los partidos? 
Ojalá, pero no sería positivo en el contexto que hay hoy en día. Se empezarían a comparar jugadas de unas jornadas con otras, se diría que si te equivocas en un campo y en otro no... Entraríamos en el debate del Tikitaka o El chiringuito y tendrían más audiencia, pero nos pondrían aún más verdes. Y eso que apetece muchas veces dejar claro que has acertado o que eres consciente de que te has equivocado. 

¿Comparte la idea de que el Madrid y el Barcelona son los equipos más beneficiados?
No. De hecho, pienso lo contrario. Los equipos grandes generan muchas más ocasiones gol y de área, y el árbitro, por lógica además, se equivoca más en no pitar penaltis que son que en señalar los que no son. Luego, además, está el efecto relativo del error. Al Madrid o al Barcelona, por ejemplo, no le pitas un penalti y es posible que gane 4-0. A un equipo menor no le pitas un penalti y le puedes haber fastidiado el 50% de sus ocasiones. Es decir, que son más perjudicados pero, al final, la mayoría de veces que te equivocas en su contra no tiene tanta importancia porque ganan los partidos igualmente. Pero, vamos, la probabilidad de error es la misma.

El Zaragoza se ha quejado más de una vez de los cánticos que hay contra la Virgen del Pilar en Pamplona y San Sebastián, sobre todo. Zapater le pidió una vez a un árbitro que lo hiciera constar en el acta, pero no lo hizo. ¿Por qué cree que no lo reflejó?
El tema de los insultos es muy lamentable, pero desgraciadamente si fuera por cuestión de insultos el árbitro tendría que estar parando el partido cada cinco minutos. Es complicado porque si empiezas por un insulto tendrías que seguir por todos y cada uno de los demás.

¿Qué se dicen por los pinganillos entre ustedes? 
En la tele no se aprecia casi lo que hablamos, pero hay árbitros que hablamos una barbaridad. Es la herramienta que más ha revolucionado el arbitraje porque tienes mucha más información al instante y la puedes gestionar. Al final, seguro que estás tomando decisones más acertadas. 

¿Cuánto ayudan los jugadores al árbitro en Primera? 
Hay de todo. Hay jugadores que entienden tus decisiones, tus errores también, y no están permanentemente quejándose, que los hay. Hay jugadas clarísimas que te protestan y el jugador pierde toda la credibilidad. 

¿Qué árbitro le gusta?
Muchos. Los arbitrajes de las semifinales de Champions, por ejemplo, fueron espectaculares. Rizzoli estuvo fenomenal en el Chelsea-Atlético.

¿Y Howard Webb, el árbitro de la final del Mundial?
Estoy seguro de que no vio lo que nosotros vimos en la tele. 

¿Y por qué le sacó tarjeta amarilla a De Jong?
Él percibió que era una entrada más allá de lo normal. 

¿Así que muchas veces pitan por intuición? 
Hay cuatro jugadas en el partido que se pitan con el 100% de seguridad, y normalmente son saques de banda.

¿Les hacen mucho daño los exárbitros de los medios? 
Es una vergüenza. Cuanto más tiempo llevan de exárbitros en las radios y televisiones, más vergüenza dan. Son árbitros que ya no tienen el conocimiento, que pitaban hace 20 años sin que existiera el Plus ni se pudiera analizar cada jugada al detalle. Y no se sentían tan vigilados porque había un par de cámaras. Ramos Marcos, García de Loza o Pérez Sánchez son auténticos dinosaurios. El desprecio con el que hablan del arbitraje no es normal: "No se ha atrevido a pitar", "No tiene nivel", "El portero se ha movido en el penalti". ¿Pero cuántos penaltis hizo repetir en su vida Ramos Marcos? El último año que arbitró, ninguno. Y ahora ve tres en cada partido. Hay otros que no, que da gusto, y no porque escondan el error. Si tienen que decir que Clos ha estado mal, lo dicen y lo explican.

Clos Gómez, en la Universidad de Zaragoza

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