González Fuertes, árbitro de Primera: "Si hago una lista de todas las cosas buenas del arbitraje me daría para escribir un libro"

  • El árbitro de Primera División se ha marcado una rutina diaria muy estricta durante el confinamiento por el COVID-19 para hacerlo más ameno.
  • "Me levanto temprano (07:30h - 8h), estudio las reglas de juego e inglés, entreno físicamente y las tardes las aprovecho para las tareas caseras", cuenta.
González Fuertes no pierde la forma física gracias al gimnasio que tiene en su casa // Foto: GF

Haciendo cálculos con su mujer, a Pablo González Fuertes (Gijón, 1980) le salen con holgura más de doscientos días al año lejos de Gijón, donde pasa la cuarentena desde que el coronavirus frenase los continuos viajes ligados a su tercera temporada en Primera. En una entrevista en El Comercio este lunes, el colegiado reconoce que en Segunda B trabajaba nueve horas diarias: "Salía de casa con un 'tupper' a Olloniego y volvía de noche después de ir a entrenar al 'kilometrín'".

-¿Cómo está? ¿Cuál es el día a día de un árbitro de Primera en una situación como la actual? 
-Dentro de lo que cabe lo llevo bien. En casa me marqué una rutina del día, que lo hace más ameno. Me levanto temprano, entre las siete y media y las ocho. Tengo una hora y media o dos que dedico al estudio, a las reglas de juego, al inglés y preparar presentaciones para cuando volvamos a funcionar con la escuela de entrenadores y el Comité Técnico de Árbitros. Después, dos horitas de entrenamiento físico. Las tardes las aprovecho para las tareas caseras. 

-¿Cuesta esa lucha contra el tedio cuando pasan las semanas? 
-Sabíamos que la situación iba a ser delicada, pero no pensábamos que íbamos a acabar en confinamiento. En los primeros días, con cuatro cosas de fitness que tenías en casa ibas solventando el entrenamiento. En el momento en el que veías la evolución en otros países de características similares al nuestro ya te das cuenta de que esto no iba a durar tres días, ni quince. Me compré una cinta de correr por internet, un banco de musculación y ahora hago el entrenamiento más semejante al que hacía antes. Me sirve para mantener mi rutina y que psicológicamente no se haga tan tedioso como si tuviese tres pesas y una esterilla y solo pudiese hacer abdominales y poco más. 

-En días en los que se rememoran partidos pasados, ¿recuerda alguno con orgullo o cariño? 
-Tuve la suerte de dirigir aquel Real Oviedo-Oviedo ACF, con un estadio lleno que por entonces supuso el récord de asistencia en un partido de Tercera División. Es un recuerdo que me viene a la cabeza cuando pienso en partidos importantes. Ahora que tienes más tiempo y lo valoras mucho más en estas situaciones, si me piden que haga una lista buena de todas las cosas buenas del arbitraje me daría para escribir un libro y con una de las cosas malas quizás me bastarían los dedos de la mano para contarlas. 

-¿Quizás algún incidente en su etapa regional? 
-El verdadero árbitro es el del fútbol regional. Tenemos la suerte de estar en una de las mejores Ligas del mundo, pero cuando estás dentro haces tu trabajo y no eres consciente de lo que tienes alrededor, porque es imposible escuchar nítidamente lo que dicen en la grada. El problema es cuando vas a arbitrar un partido de fútbol base o de regionales y tienes a treinta o cuarenta espectadores y escuchas perfectamente todo lo que te dicen. Esa es una de las luchas que debería tener la sociedad. Tenemos que empezar a transmitir dentro del fútbol otros valores diferentes a los que hay. El fútbol es algo apasionante, pero tenemos un problema fuera del terreno de juego. Hay comportamientos que debemos erradicar entre todos, porque no puede ser que vayamos a partidos con niños de once años y tener que escuchar a los padres decir auténticas barbaridades. No solo al árbitro, sino a los propios jugadores y entrenadores. 

-Es profesor de las nuevas hornadas del fútbol asturiano y siempre echa un cable al CTA. 
-Para saber dónde quieres llegar tienes que saber de dónde vienes. Y yo tengo clarísimo de donde vengo. Del barro, de la arena, de los campos de regional. Sin ellos, no habría llegado a Primera. Eso hay que agradecérselo a toda la gente que te ayudo a arbitrar a aquellos alevines para seguir progresando para subir de categoría y encauzarte. 

-¿Pasar por todos los peldaños ayuda a no perder la perspectiva? 
-Un futbolista por sus cualidades con 17 años puede jugar en Primera, pero eso un árbitro nunca lo podría hacer. A mí me ha costado mucho sacrificio llegar donde estoy. En mis años de Segunda B, que es una categoría con la misma exigencia física y técnica que tiene la Primera, trabajaba mis nueve horas diarias. Salía de mi casa por la mañana con un 'tupper' a Olloniego, que era donde trabajaba. Llegaba a Gijón a las ocho y media de la tarde, me iba al 'kilometrín' a entrenar y cuando volvía a casa eran las nueve y media o las diez de la noche. Eso durante diez meses al año.


PD: Fernández Borbalán, vicepresidente del CTA de la RFEF y exárbitro internacional, abre su corazón desde lo más alto de Enix

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